Centro histórico de Fuengirola

Inicio / N-340 / Ítems patrimoniales / Provincia de Málaga / Fuengirola / Secuencia de la Travesía de Fuengirola / Centro histórico de Fuengirola

Ítem número 17 de 25 en Secuencia de la Travesía de Fuengirola, Fuengirola


Castillo de Suel
El Castillo de Sohail fue construido durante la etapa musulmana, entre los siglos XI-XII. Se localiza en un cerro junto a la desembocadura del río Fuengirola, muy cerca de donde estuvo el important...
Anterior
Siguiente

Mural La noche y el día
La obra del pintor malagueño Enrique Brinkman “La noche y el día,” está situada en una medianera y es perfectamente visible desde la antigua carretera nacional, que aquí se convierte en calle mayor...
Buscar
Periodo
Anterior a la carretera
Relación con la carretera
Visible desde la carretera
Accesibilidad
  • Dificultad de acceso: Bajo
  • Visita: Continua

Descripciones

  • Municipio de la Provincia de Málaga perteneciente a la mancomunidad de la Costa del Sol Occidental. En el siglo XIX pertenecía al Partido Judicial de Marbella y a la Audiencia y Capitanía General de Granada.

    Se halla situado al Oeste de Málaga, en la Costa del Mar Mediterráneo, siendo combatida por los vientos del norte y el oeste, pero goza de un clima templado y agradable. Por su territorio discurre el río que lleva el mismo nombre de esta Villa: el Fuengirola, que es pequeño y se conforma de dos brazos, uno de ellos nace en el término de Ojén, que pertenece al Partido Judicial de Marbella también y el otro nace en Coín, en la Sierra de Mijas. Ambos confluyen pasando después por el pueblo y Castillo de Fuengirola, desembocando en el Mar Mediterráneo.

    Según Madoz en el siglo XIX, el terreno de esta Villa era arenisco de muy buena calidad y la mayor parte era de secano recibiendo las aguas para el regadío, que no fue nunca muy extenso, de los nacimientos o cursos de agua que existen en el término de la localidad de Mijas.

    Fuengirola limita al norte con la citada Mijas; al este con Benalmádena; al sur con el mar Mediterráneo y al oeste también con Mijas. Posee una superficie de 10, 2 Km. cuadrados, una altitud media de su núcleo urbano de 5 m. y su temperatura media es de 18 ºC. Posee además 2800 horas de sol al año y un régimen de precipitaciones de 500 litros por metro cuadrado.

    En el tramo bajo del río Fuengirola, localizado en el sector más oriental de la Comarca, encontramos una topografía singularmente plana, que se conoce como llanura aluvial, en donde las pendientes no superan el 10% y está situada a menos de 100 m. sobre el nivel del mar. En esta zona el paisaje es fundamentalmente agrícola, conformado por regadíos, destacándose este del sector terciario, que es la base productiva esencial de este municipio y de su territorio en la actualidad.

    Esta zona del Valle del río Fuengirola actualmente se considera como un espacio paisajístico importante y a destacar. Se trata de un paisaje de regadío, como ya se ha apuntado, que corre a lo largo del litoral, situado entre las urbanizaciones y el propio espacio urbano, donde se encuentran algunos otros espacios cultivados que indudablemente otorgan carácter a este paisaje. También son parcelas pequeñas en sus dimensiones, que se sitúan en las riberas del río. Se trata de un espacio donde se combinan el cultivo de los agrios con productos de las huertas cultivadas en un régimen de regadío. Este paisaje está a punto de desaparecer para ser transformado por las urbanizaciones y todo lo que ello conlleva.

    Precisamente acerca de este Valle del río Ojén-Fuengirola, el Profesor García Manrique destaca que en el Plioceno penetró en el mar, depositando materiales de calco arenitas y margas hasta una altitud de 100 m. y, al retirarse el mar de nuevo, esos materiales se modelaron conformando colinas de suave ondulación, siendo estos la tercera unidad junto con los terrenos cuaternarios depositados por el río en el fondo del Valle, considerándose que aquí se daban las mejores tierras y fue donde la gran propiedad se asentó.

    En Fuengirola también hemos de destacar la importancia que tuvo el cultivo de la caña de azúcar en el siglo XIX. Asimismo se cultivaría el viñedo, sobre todo en los llanos de Mijas, en su contacto con la citada villa. Esto hizo que la población de Fuengirola aumentase en dos años, mientras que en otras poblaciones esta disminuía, como en Ojén. En la actualidad se mantiene un conjunto de pequeños agricultores que tienen solo una dedicación a tiempo parcial en el campo, alternándola con trabajos en la construcción y en el sector servicios, que son la base fundamental de la economía de sus habitantes.

    Durante el periodo en que Madoz escribe su “Diccionario” (1845-1846), nos decía, que los Caminos que conducían desde Fuengirola a Málaga, Marbella y Mijas, se encontraban en muy mal estado, como casi todos en Andalucía. La correspondencia se recibía de la capital, Málaga, por medio de un baligero, si bien no indica cuando llegaba y cuando se recogía la que se mandaría desde la Villa a otros destinos.

    Entre los productos que en este periodo producía el campo, se cuentan, según Madoz, trigo, cebada, maíz, garbanzos y legumbres; y en cuanto al ganado que en ella había, dice este autor, que era el necesario para las labores agrícolas y de transporte y alguno también de cerda. En cuanto a las especies autóctonas, se daban el conejo y las perdices. La pesca en aquel periodo del siglo XIX era abundantísima y, como afirma Madoz, “de infinitas especies, pudiendo asegurarse que la parte de la costa de Fuengirola es la más rica del Mediterráneo y sus pescados de la mejor calidad”.

    En la actualidad la actividad pesquera, junto con la agrícola y la industria, son marginales, frente al sector turístico y la construcción, desde el punto de vista económico. Como recursos, Fuengirola en el siglo XIX destacaba por las canteras de yeso que se encontraban en su territorio.

    En cuanto al número de habitantes podemos afirmar que en la actualidad Fuengirola y su territorio albergan al mayor número de habitantes de toda la Costa del Sol Occidental, contando con 5.713 habitantes por kilómetro cuadrado.

    Desde el punto de vista histórico podemos afirmar que la ciudad actual de Fuengirola se identifica con la ciudad romana de Suel. Según el Profesor P. Rodríguez Oliva ya Hecateo hacia el 500 a.C. la nombra como Syalis. Pero esta mención tan temprana ha hecho pensar que fuese otra de las colonias púnicas de esta costa. Su nombre lo transmiten Plinio (III, 8) que la sitúa entre Malaca y Salduba y después Mela; Ptolomeo; el Itinerario Antonino, a 21.000 pasos al oeste de Malaca y también el Anónimo de Rávena. El Profesor antes citado, afirma que el topónimo se conservó durante la Edad Media en la forma siguiente: Suhail y Wadt Suhail, que dan diferentes autores musulmanes al establecimiento medieval de la actual Fuengirola, así como el río homónimo de su territorio.

    Una descripción votiva hallada en esta villa en el siglo XVIII, habla del “Municipium Suelitanum”, y un ara funeraria que allí se conserva ofrece la “Origo Suelitana” para una joven que murió a temprana edad. Otros testimonios epigráficos, arqueológicos y numismáticos demuestran que Suel, debió estar donde el Castillo de Fuengirola. Esta ciudad romana gozó del derecho de federada igual que Malaca, teniendo sus habitantes, leyes propias y autonomía así como derecho a ser respetados por Roma. Su primitivo nombre de Suel, dicen que se debe a que las tripulaciones de los barcos que llegaban y fondeaban en estas costas, divisaban claramente la constelación austral llamada por los musulmanes Sohail que significa Canopus en latín, que era la más brillante de todas y uno de los puntos de referencia de los navegantes en aquel periodo de la historia de España.

    Durante la invasión de la península por los Vándalos, estos bárbaros destruyeron la ciudad de Suel y se establecieron en este territorio y cuando llegan los ejércitos musulmanes al mando de Tarik y Muza, en el 711, iniciándose así la conquista de España, algunos jefes de su ejército también la ocuparon, aunque posteriormente sería saqueada por los Normandos a mediados del siglo IX. Sería en el reinado de Abderramán III cuando se mandó construir el Castillo de Sohail (Maurur o Moror), en el año 956 con la finalidad de fortalecer las defensas costeras de todo este sector que componían sus territorios.

    Durante esta etapa de poder musulmán sabemos que en el Valle de Suel, el agua, la leña y los pastos eran de uso común, de acuerdo con la tradición coránica y esto permitió un amplio desarrollo de la ganadería. En esta etapa hemos de destacar el Castillo de Fuengirola que era una de las fortalezas más importantes de esta costa. Según López Castañer, esta fortificación era un ribat o Convento-fortaleza, guardado por voluntarios que consagraban su vida a la vigilancia de las fronteras con los infieles, siendo esta la imagen del mismo que transmite Ibn Battuta en el siglo XIV y que se mantendrá durante la segunda centuria, pues, como afirma López Castañer, las fuentes castellanas aluden muchas veces a la “rabita conocida como Fuentegirola”. En este Castillo sabemos que nació en 1115 el filósofo y escritor Abderramán ben Amed ben Alhasam el Sohailé. Esta ciudad musulmana de Sohail llegaría a su máximo esplendor durante la dinastía de los hammuditas, disfrutando en aquel periodo, de un territorio muy bien cultivado donde existían numerosas y fértiles huertas.

    Posteriormente en 1274 los benimerines ocupan Málaga, Fuengirola y otras ciudades del litoral, hasta que en el año 1286 estas plazas junto con las de Ronda, Setenil, Benadalid, Estepona y Marbella, pasaron al poder del rey granadino con la firma de un tratado entre el rey Mohamed y Abu Yusuf. Sería en 1370 cuando Yusuf Ben Abdallah firmaría un tratado con el rey de Castilla Enrique II por el que la ciudad de Fuengirola comenzaría a vivir un periodo de paz y por ende, de desarrollo económico, que revertiría en un aumento de los cultivos y por supuesto del comercio. Hacia 1400 se instalaron en sus playas una compañía de bolicheros genoveses, concretamente en el lugar conocido como Las Salinas, que sería andando el tiempo el origen del barrio de Los Boliches. Estos eran pescadores que faenaban en sus costas cerca del castillo donde capturaban principalmente boquerones con las “guironas” o “girolas” que eran sus artes de pesca. Esto hizo que la ciudad comenzara a conocerse como “fuerte de las girolas” y de ahí procede el actual nombre de Fuengirola.

    Durante el siglo XV hemos de recordar en este punto a D. Juan Arias de Saavedra, Señor de Castellar, que en la lucha contra los musulmanes llegaría en sus correrías hasta el sector suroccidental de la frontera, que acabarían causando la despoblación del Valle de Suel, donde se asentaba Fuengirola y todo ello ocurrió a mediados del siglo. Consiguió sus deseos, a pesar de que este personaje sufriría una importante derrota en el Río Verde en 1448, lo cual según López Castañer, daría origen a un romance muy famoso. Finalmente en 1487 se conquistaría definitivamente esta Villa por las tropas de Fernando el Católico, quien en un ataque combinado por mar y tierra bajo el mando de los nobles en que destacó sobre todo D. Rodrigo Ponce de León Marqués de Arcos, se conquistó el Castillo y la plaza fuerte.

    En el reinado del Emperador Carlos V y para combatir los múltiples ataques de Piratas y Bárbaros que se refugiaban en las costas del norte de Africa, se mandó por el Emperador levantar una serie de torres vigías donde se encendían teas de fuego con el fin de anunciar la presencia de estos piratas. También se reconstruyó el famoso Castillo de la Villa dotándosele de cuerpo de caballería hasta el siglo XVIII (1730), en que se sustituyó por un escuadrón al mando del Conde de Montemar, quien lo reformaría con el fin de perseguir el contrabando por la presencia inglesa en Gibraltar. El citado castillo fue de nuevo atacado en 1810 por los franceses que se apoderaron de la ciudad y después, por el general inglés Blayney, quien desembarcó en Fuengirola con tropas francesas y españolas, sitiando el castillo, que sería liberado por los franceses al mando de Sebastiani. En 1812 el general Ballesteros toma la ciudad de Fuengirola y se apodera de su castillo, que había sido abandonado por las tropas polacas que, junto a las francesas se batían en retirada al mando del general Soult.

    El patrimonio cultural e histórico de Fuengirola y que ha llegado hasta nosotros es fundamentalmente romano y musulmán. Así tenemos que citar la Ciudad romana de Suel, a la que antes nos hemos referido; el Castillo musulmán de Sohail, que es considerado una zona arqueológica importante y las Termas romanas de la Torre Blanca del Sol, asimismo recinto y zona arqueológica con una necrópolis visigoda y por último, la Torre Blanca.

    La ciudad de Fuengirola en el año 1984 fue considerada como el segundo núcleo importante de la entonces Costa del Sol Occidental, junto a Mijas, según el estudio realizado por el Prof. Eusebio García Manrique. Él destacaba como en el Valle pequeño del río Ojén, fue donde penetró el mar en el Plioceno y conformó espacios llanos, suavemente ondulados que terminaban en la costa, organizándose allí una amplísima llanura aluvial. Pues bien, aquí era donde se habían asentado dos núcleos urbanos junto a la Playa: Fuengirola y Santa Fe de los Boliches, que habían ido creciendo paulatinamente desde mediados del siglo XIX. Fueron, precisamente las magníficas condiciones de esta playa, conformada por una población fundamentalmente de agricultores y pescadores, las que a partir de los años 1950-1960 atraería la expansión turística, que, según García Manrique, ocupó casi todo el exiguo término municipal y; no contento con este lugar, se propagó después por las colinas pliocenas que pertenecieron al término de Mijas, situado a 400 ms. de altitud 25.

    En la zona descendente de Mijas a Fuengirola, tradicionalmente nombrada “El Campo”, se asentaban en un terreno de pizarras infinidad de Cortijos, contándose un número superior a los 1000, tanto es así, que aquí vivían más habitantes que en el mismo pueblo. Precisamente la abundancia de agua en todas estas laderas, era una de sus riquezas principales y fue aquí, cuando se produjo el “boom” del turismo, donde se asentaron los chalets aislados que sustituyeron a los antiguos Cortijos, transformando este antiguo paisaje rural en otro urbano y; en la zona de las colinas, estas se poblaron de urbanizaciones de bloques que llegaban hasta el propio término de Fuengirola. Es así como no sólo se transformó el bello paisaje, sino también la población, que entonces pasó a vivir de unos recursos diferentes, que serían los propios del sector servicios, que reclamaba el turismo e indudablemente dejaba pingües beneficios a los habitantes de estas tierras.

    Por las descripciones de Madoz en su Diccionario sabemos que cuando él escribía, el pueblo de Fuengirola poseía exactamente 124 casas, que según este autor, por lo general eran cómodas y; su conjunto urbano lo componían 14 calles anchas y, la mayor parte empedradas, además poseía una Plaza que servía para múltiples funciones: Mercado, Paseo y además funciones de ca- rácter público.

    Continúa Madoz afirmando que había dos escuelas, que eran particulares, dos de primeras letras y que a una de ellas asistían 35 alumnas y a la otra 20 estudiantes también chicas.

    El pueblo poseía una Parroquia dedicada a la advocación de Nuestra Señora del Rosario, que era aneja a la Parroquia de Mijas. Poseía además Cementerio, situado a las afueras de la Villa, que solo tenía 27 nichos, para enterramientos.

    El problema que tenía Fuengirola era que el casco urbano y el término, carecían de fuentes y por ello dice Madoz, que los vecinos se surtían de los pozos que había en las casas, cuyas aguas eran de mala calidad y algo salitrosas. La industria que entonces poseía se asentaba fundamentalmente sobre la agricultura y la pesca. Su población en este periodo era de 301 veci- nos, es decir, 1.182 almas.

    Por la escueta descripción que realiza Madoz, nos damos cuenta de que a mediados del siglo XIX la Villa de Fuengirola no tenía grandes dimensiones en su casco urbano y este se componía de solo catorce calles y 125 casas en total, lo cual nos corrobora lo que decimos. Ello también se refleja en las dimensiones de su Cementerio, que solo poseía 27 nichos, una plaza que servía para distintas funciones, una Iglesia y un número de vecinos, bastante exiguo. También es verdad que la mayoría de la población vivía en los cortijos, fuera del casco urbano porque su actividad fundamental era la agricultura, como ya hemos puesto de manifiesto y también la pesca. No poseemos ningún plano de población de esta etapa, pero sí sabemos que el primer Ayuntamiento que tuvo Fuengirola se constituyó en 1841, fecha en la que definitivamente se separa del de Mijas.

    Posteriormente la planimetría que poseemos nos va a poner de manifiesto el crecimiento que la ciudad experimentó en todos los aspectos, desde la mitad al último cuarto del mismo siglo, que redundará en un crecimiento de su población y por ende del conjunto urbano, que se ampliaría con los Barrios de San Francisco de las Chozas y Santa Fe de los Boliches. El plano al que nos referimos se levantó en 1896 y se encuentra dividido en cuatro hojas abarcando los tres núcleos urbanos citados.

    Por este plano comprobamos que la ciudad posee un trazado regular a base de una cuadrícula donde destacan 28 calles y tres plazas: la Plaza de Alfonso XII que es cuadrada y posee arbolado alrededor, la Plaza del Pozo y la Plaza de la Constitución, que es la principal, tiende al cuadrado aunque presenta algo de irregularidad y posee jardines y parterres. Además en el plano aparecen identificados los edificios más representativos de la ciudad: La Iglesia (I); el Ayuntamiento (A); Escuela de Niños (B) y la Escuela de Niñas (C). Además se destacan también 3 hornos, 1 pozo, 2 estanques y un horno de ladrillos, como edificios de carácter industrial. En la zona situada a las afueras se señala la carretera de Cádiz a Málaga. Se trata ya indudablemente de una ciudad que se ha expandido y que posee espacios embellecidos por la arboleda, la fuente o los jardines que nos reflejan el deseo de hacer una ciudad más rica y diversificada, que refleja las nuevas corrientes sobre el urbanismo decimonónico y el deseo de las propias Ordenanzas Municipales de crear espacios cuidados, aseados y destinados al asueto y divertimento de la sociedad de este periodo.

    En la segunda hoja se desarrolla el plano de San Francisco de la Chozas y en él se destacan el Arroyo del Puente, el Camino de Mijas a Fuengirola, la Carretera de Cádiz a Málaga, la Calle del Tostón y la Casa de los Peones camineros y el plano concreto de San Francisco de las Chozas con dos calles solamente: que se nombran como Calle primera y segunda.

    La tercera hoja corresponde a Santa Fe de los Boliches y en él se destacan la carretera de Cádiz a Málaga, un camino que no se identifica y un Pozo, además del Arroyo Real, un Estanque, una noria y el núcleo de Santa Fe, constituido por cinco calles y la Iglesia, la cuarta hoja es la continuación de este barrio, con cuatro calles y un callejón, señalándose además la línea de Playa.

    Estos dos núcleos como ya señalara el Prof. García Manrique, se hallaban junto a la playa y habían ido creciendo desde mediados del siglo XIX. Aquí había vivido siempre una población, formada por agricultores y también pescadores, como ya apuntamos más arriba y, esta zona, sería la que ejerció una gran atracción sobre el turismo internacional que colmató con sus edificaciones todo este suelo municipal, expandiéndose asimismo por las colinas que los rodeaban, que pertenecían ya el término de Mijas.

    Ya de 1942, poco antes de los años de la llegada del turismo, se decidió realizar, por Ingeniería de Puertos y Costas un Proyecto reformado para refugio de Pescadores, el cual fue ejecutado por el Ingeniero Director D. Tomás Brioso Raggio. Se trata de un plano topográfico de una parte de los términos Municipales de Fuengirola y Mijas. Describe el trazado viario principal del Núcleo de la citada población y de sus Barrios y sitúa los diques del Puerto de Refugio, en zona actualmente correspondiente a la playa de San Francisco. Señala además la situación del Faro de Calaburras, en la punta homónima y describe el cauce de los arroyos y del río Fuengirola.

    Así la lectura de este plano, primeramente nos presenta el casco Urbano de Fuengirola en negro y sin indicaciones y después el conjunto del territorio donde se inserta el citado Puerto. Destaca todos los accidentes y elementos del mismo: la Carretera de Cádiz a Málaga, la punta de Calaburras, el Cerro del Arenal, la caseta de carabineros, Piedra de los Tajos, Arroyo de la Cam- pana, Playa de la Campana, la Melera, el Camino viejo de Marbella, el Río Fuengirola, un molino, el Camino de Coín a Fuengirola, el Camino de Campapares, el arroyo de la Sierrecilla, un camino vecinal de Fuengirola a Mijas, el Arroyo Real, la estación, Ferrocarril estratégico de Málaga a Algeciras, las Chozas, Santa Fe de los Boliches, camino del Haza del Algarrobo, el Arroyo de Pajares, el camino de Pajares y el Arroyo de las Presas. Con dicha representación podemos ver ya las obras de infraestructuras que iban modernizando el territorio, y sobre todo las principales vías de comunicación renovadas, si bien existían todavía infinidad de caminos para las comunicaciones entre los pueblos vecinos. De todas maneras, Fuengirola iba poco a poco, entrando en la modernidad y el desarrollo.

    Fuente: Marín Fidalgo, Ana. Análisis histórico. En GARCÍA VÁZQUEZ, Carlos; LOREN MÉNDEZ, Mar (dirs.). Costa del Sol: arquitectura, ciudad y territorio. Sevilla: Consejería de Vivienda y Organización del Territorio, 2006-2008, p. 31-36

  • Los primeros pobladores de Fuengirola, según Montenegro Duque, fueron los fenicios, que ocuparon la costa fuengiroleña entre los siglos VI y III a. C., quienes se asentaron en la zona cercana a la desembocadura del río Fuengirola y próxima a una pequeña colina. Las causas del asentamiento feno-púnico en Suel hay que buscarlas en su situación estratégica al borde del mar, con una playa resguardada que ofrecía facilidades para el desembarco y las maniobras marítimas; en la desembocadura de un pequeño río, que actuaba a modo de puerto para el refugio de las naves, y en la existencia de un pequeño cerro junto a la línea costera que otorgaba garantías defensivas al asentamiento. Además de estas razones, otros autores consideran que la permanencia en Suel de los fenicios estuvo también condicionada por el descubrimiento de que en la zona se daba con gran abundancia el búzano, una especie marina que este pueblo apreciaba porque de ella extraía lo que ellos consideraban un preciado tinte llamado púrpura. El tipo de asentamiento feno-púnico que se dio en Suel se produjo igualmente en toda la costa oriental malacitana.

    A partir del siglo III a. C. y tras la segunda guerra púnica, Suel, al igual que todos los municipios ubicados en la franja septentrional y sur de Hispania, pasa a ser de dominio romano. Roma entendió estos dominios en la Península como territorios sometidos a explotación, si bien este sometimiento se perpetuó a través de dos formas claramente diferenciadas: una presión militar y política, por la que las ciudades no contaban con ningún tipo de autonomía; o bien por medio de unos contactos diplomáticos y pacíficos —asentamientos federados—, que otorgaban al territorio libertad y la posiblidad de mantener su propio ordenamiento jurídico. Según Guillén Robles, a través de Plinio, durante la república romana Malaka y Suel consiguieron el privilegio de ciudades federadas.

    Los textos históricos indican que Suel obtuvo la categoría de municipio romano en torno a finales del siglo I d. C. o a principios del II. Suel gozaba de una situación estratégica al estar atravesada por la Vía Aurelia, construida por los romanos y cuyos vestigios pueden apreciarse todavía hoy en la zona de El Chaparral, en el término municipal de Mijas. Estas mismas fuentes señalan que Suel estaba administrada por decuriones, figuras oligárquicas que ejercían el poder económico-social y político en el municipio, y que en ella se daba culto al emperador, lo que suponía un alto grado de romanización.

    Por lo que respecta a la impronta que los romanos dejaron en la zona, se sabe que se encontraron numerosos restos de acueductos, acequias, muros de contención y otras obras de ingeniería en las cercanías del río Fuengirola, pero que desgraciadamente no se han conservado. En cambio, en el cerro del castillo sí que pueden apreciarse hoy rastros de la civilización romana, como trozos de aljibes o piezas salsáreas que se empleaban para la salazón del pescado, principal fuente de riqueza de este pueblo.

    Pero las ruinas más notables que se conocen de la época romana de Suel son las termas y la factoría de salazón encontradas en el yacimiento romano conocido como la Finca del Secretario, de donde procede también una Venus que se exhibe en la actualidad en la Casa de la Cultura de la localidad. De esta antigua villa romana, hoy en proceso de recuperación, se han descubierto tres termas y un «praefurnio» —una especie de fogón con el que se calentaba el agua de estos baños—, varios hornos, que posiblemente se utilizaban para la realización de piezas decorativas de cerámica, así como restos de una antigua factoría de salazón.

    Tras la dominación romana Suel vivió un periodo de tres siglos —desde el V hasta el VIII d. C.— de invasión vándala, un pueblo que permaneció en estas tierras hasta la llegada de los árabes. Constata la presencia visigoda en la zona una necrópolis hallada junto a las termas de Torreblanca.

    FUENGIROLA MUSULMANA

    La dominación arábiga trajo consigo un cambio de denominación de este municipio costero: pasó entonces a llamarse Suhayl, adaptación fonética de Suel y nominación con la que el pueblo árabe nombrará la estrella conocida por los romanos como Canopus, el astro más brillante después de Sirio y uno de los puntos de referencia más importantes para los navegantes de aquellos tiempos.

    Durante la época musulmana Suhayl no perdió la importancia que había ostentado durante los siglos de dominación romana y siguió siendo una próspera villa en la que la mayoría de la población vivía de la pesca.

    La impronta histórica más importante de esta civilización en la localidad es el castillo Sohail. Respecto a la edificación de la fortaleza hay diversidad de opiniones entre los autores y se barajan fechas que oscilan entre el siglo X y el XII. Según unos historiadores, el califa de Córdoba, Abderramán III, decidió construir en lo alto del cerro un castillo a causa de los estragos que los cristianos y los normandos estaban causando en los poblados de la franja costera. Este mismo carácter defensivo aducen otros autores para explicar la ubicación del castillo, si bien datan la construcción a principios del siglo XII, en pleno periodo almorávide. La fortaleza se levanta con las características propias de un «ribat» enclavado en la frontera marítima y que aseguraba además el control del río, vía de comunicación hacia las tierras del interior y lugar de aguada para los barcos que navegaban en sus proximidades. De igual modo, desde su emplazamiento estratégico, el castillo ejercía una importante labor de control y vigilancia de la vía de comunicación terrestre entre las ciudades de Málaga y Marbella.

    En lo que se refiere a las características de esta construcción, hay que señalar que dada la orografía irregular del cerro sobre el que se asienta el castillo presenta una planta asimétrica compuesta por ocho lados. Para facilitar la defensa, en cada uno de los laterales se levantó una torre de caras rectas en sus ángulos; uno de los torreones posee mayor tamaño y altura y se conoce en el mundo cristiano como torre del homenaje. El acceso a esta torre se realizaba a través de un gran arco de herradura y poseía el sistema defensivo de entrada de recodo —había que hacer un giro para penetrar en el torreón—. De la torre del homenaje a la torre contigua partía un muro denominado barbacana. El castillo Sohail contaba en su interior con viviendas para soldados y con habitaciones de hospedaje para los viajeros y comerciantes que buscaban refugio entre sus muros.

    El máximo esplendor de la fortaleza y del poblado surgido a sus alrededores se produjo entre los años 1025-27, según fuentes históricas. Ciento cincuenta años más tarde, en torno al 1175, Suhayl es escenario de numerosas luchas en las que participaron los meriníes, procedentes del norte de Africa y el reino nazarí de Granada, quedando finalmente estas tierras en el territorio de este último.

    En el siglo XIV, Ibn Batuta propone que el castillo Sohail, Mijas y diversas alquerías del valle del río constituyan una circunscripción territorial con un carácter militar o administrativo. Pero las continuas luchas a las que se ve sometida esta zona durante el siglo XV dan lugar a un proceso irreversible de despoblación de las tierras más cercanas al mar. La mayoría de la población huyó a Mijas, quedando la fortaleza como único lugar habitado hasta el momento de su conquista por las tropas cristianas en 1485. En estos años, Suhayl comienza a denominarse ya Font-jirola, topónimo que derivaría posteriormente en la actual denominación.

    ÉPOCA MODERNA

    El 7 de agosto de 1485 —efeméride de San Cayetano, hoy patrón de Fuengirola— el castillo de Sohail es conquistado por las tropas cristianas, estando al mando de la escuadra el conde de Trivento, Garcelán Requesens, y de las tropas de tierra el marqués de Cádiz, Rodrigo Ponce de León. Entre 1488 y 1502 el castillo de Fuengirola fue uno de los mejor dotados económicamente en las tierras de Málaga, a pesar de que la eficacia defensiva de la fortaleza se cuestiona debido en parte a la poca atención que le prestó su primer alcaide, Alvaro de Mesa, lo que provocó un progresivo deterioro del castillo.

    A partir de 1502 se inicia un proceso repoblador de la zona con población civil. En este año, la guarnición militar que estaba asentada en la fortaleza es sustituida por veinte familias que tendrían como objetivo la guarda y seguridad de la costa. Sin embargo, este intento repoblador de la corona fracasó esencialmente por la continua amenaza norteafricana, y así en 1511 Fuengirola figura como un territorio despoblado, dependiente de Mijas, y que sólo mantenía el castillo como puesto fronterizo. Mientras dure la amenaza magrebí Fuengirola será una zona despoblada, contabilizándose tan sólo un reducto de población en la fortaleza árabe.

    Durante la primera mitad del siglo XVI la acción de la piratería norteafricana resultó tan devastadora y provocó tales pérdidas de vidas humanas y económicas que en 1553 la corona decide remodelar el castillo y acondicionarlo para el uso de artillería, lo que otorgaría una mayor seguridad a la costa fuengiroleña. Entre los principales cambios realizados destacan el aumento de la altura de algunas de las torres, la construcción de una batería para situar cañones, lo que traerá consigo la eliminación de una de las torres, y la creación de un nuevo acceso que será protegido por una pequeña obra de ladrillo y piedra que recibe el nombre de matacán. Pero las modificaciones no afectan sólo al exterior del castillo, sino también a sus edificaciones interiores, ya que muchas de ellas se habían quedado obsoletas al crearse nuevas necesidades; este es el caso de la mezquita, inmueble que es destruido para construir una iglesia.

    Los enfrentamientos bélicos se recrudecieron en los primeros años del siglo XVII por una intensificación de los ataques procedentes del Magreb tras la expulsión de los moriscos (1609) y por el permanente estado de guerra contra Inglaterra, Francia y Holanda. A mediados de siglo la situación se normaliza y disminuye la amenaza norteafricana, lo que dio lugar a la aparición de un poblamiento disperso en la zona, que se dedicó a la explotación agrícola. Los nuevos núcleos poblacionales no se asentaron en la misma zona que lo hicieron las civilizaciones anteriores, sino al otro lado del río, donde años más tarde se construirá una posada.

    A principios del siglo XVIII, la caída de Gibraltar en manos de los ingleses (4 de agosto de 1704) convirtió la colonia en centro neurálgico del contrabando en el sur de España. La continua entrada de mercancías sin pasar el debido control de aduanas, evitando así el pago de impuestos o la prohibición de la comercialización, perjudicaba la economía del reino. Para frenar este nuevo fenómeno se hicieron necesarios una serie de cambios en la defensa de la costa. Así, en 1730 el comandante general de la costa, el conde de Montemar remodela la fortaleza árabe para poder alojar en ella a un escuadrón de caballería. Tras estas reformas el castillo se compone de un gran patio interior en torno al que se distribuyen una serie de edificaciones para albergar las viviendas de los soldados, establos, almacenes, iglesia y la casa del alcaide. En esta época el castillo pierde otra de sus torres, contando ahora tan sólo con seis.

    En los primeros años del siglo XIX, en concreto desde el 8 de febrero de 1810 hasta 16 de abril de 1812, el castillo Sohail estuvo en manos de los franceses como consecuencia de la ocupación gala de España. Tras dos años de asentamiento francés en la fortaleza, el general Francisco Ballesteros recupera el castillo en plena retirada del ejército de Napoleón tras la victoria española en la guerra de la Independencia. Posteriormente, y durante sus últimos años de función militar, el castillo se convierte en un puesto de carabineros, hasta que con la llegada de la desamortización la fortaleza es subastada y pasa a ser propiedad de la condesa viuda de San Isidro, Bárbara de Obregón y Puente. El paso a manos privadas trajo consigo el deterioro progresivo del castillo. Una vez que la fortaleza es abandonada, las gentes que habitaban los alrededores lo desmantelaron de todos aquellos elementos —como por ejemplo, tejas, piedras o vigas de madera— que podían resultar útiles en otras construcciones.

    Por lo que se refiere a la población civil, en estos años la zona de Fuengirola contaba ya con un millar de habitantes y en 1822 unos vecinos envían un escrito a la Diputación Provincial de Málaga solicitando la creación de una casa consistorial en la localidad, lo que traería consigo la emancipación de Fuengirola respecto de Mijas. Los fuengiroleños fundamentaban su segregación de Mijas en: la posesión de un censo de mil habitantes, lo que según la Constitución permitía a una población contar con Ayuntamiento propio; una economía fructífera basada esencialmente en la actividad pesquera y portuaria que se desarrollaba en la zona, y en los perjuicios que experimentaban estos vecinos en el reparto de las contribuiciones respecto a los habitantes de Mijas. Por su parte, el Consistorio mijeño remitió al órgano supramunicipal un informe en el que se señalaba que el censo de Fuengirola era de 409 personas y se minimizaba la actividad pesquera en la villa. La Diputación consideró más contundentes la razones aducidas por Mijas y los vecinos de Fuengirola tuvieron que esperar diecinueve años para poder ver cumplido su sueño de ser independientes.

    Finalmente, en 1841 la Diputación Provincial de Málaga acepta la segregación de Fuengirola respecto de Mijas, aunque en un primer momento el ente supramunicipal reconoce el deslinde de manera provisional, haciéndolo definitivo un año más tarde. El 19 de mayo de 1841 un diputado provincial acude a la localidad para constituir el Ayuntamiento, siendo designado como primer alcalde Antonio García Cortés. Una de las primeras decisiones adoptadas por la nueva corporación fue dar nombre a calles y espacios tan emblemáticos hoy en la ciudad como la plaza de la Constitución, las calles San Rafael, España o de Coín o el popular barrio pesquero del Boliche (en la actualidad Los Boliches). El municipio de Fuengirola siempre se consideró perjudicado por el término que le fue adjudicado en el reparto de terrenos realizado por la Diputación y por ello no cejaría en su intento de ampliarlo en distintos momentos históricos a lo largo de los siglos XIX y XX.

    Pero a pesar de la separación de ambos municipios seguirán manteniendo una dependencia en distintos aspectos como por ejemplo el religioso, ya que la pequeña ermita que se construyó en la plaza de la Constitución en 1833 en honor a la Patrona de Fuengirola, Nuestra Señora del Rosario, permanecerá siendo sufragánea de Mijas hasta que tras una ampliación del templo es declarada parroquia en 1893. Esta iglesia fue destruida en 1936 a causa del anticlericalismo dominante durante la guerra civil. Sobre sus ruinas se iniciará en 1943 la construcción del actual templo y que fue bendecido el 30 de junio de 1947.

    La llegada del siglo XX traerá consigo un aumento importante del número de moradores en las tierras fuengiroleñas —preludio de la tendencia alcista en el censo de población que se producirá décadas más tarde con el «boom» turístico que experimentará la ciudad—, así como la apertura de Fuengirola a una infraestructura de comunicaciones, unas instalaciones sanitarias y hoteleras y otros equipamientos hasta entonces desconocidos e insólitos para los habitantes de aquel pequeño pueblo de pescadores que emprendía de la mano del nuevo siglo una transformación radical que años más tarde le convertiría en uno de los principales focos de atracción turística de la Costa del Sol.

    En 1916 se produce la llegada del ferrocarril a Fuengirola, lo que mejorará ostensiblemente las comunicaciones con la capital. Los primeros coches transitarán por la ciudad en los años 20 y a principios de la década siguiente se instalará la primera parada de autobús. En 1937 se suspende la línea férrea Fuengirola-Mijas, que tras nuevos restablecimientos y suspensiones volverá a instaurarse con carácter definitivo a mediados de este siglo. En 1963 se implanta el servicio de autobuses urbanos en la localidad y en 1975 se inaugura la línea eléctrica del ferrocarril Fuengirola-Málaga. Con el paso de los años Fuengirola se va ajustando a las nuevas necesidades de una población que crece y se moderniza, y paulatinamente adquiere los rasgos de una ciudad.

    Por lo que respecta a instalaciones sanitarias y hoteleras, en 1925 comienza a edificarse en los terrenos que hoy ocupa la Policía Nacional el hospital municipal, edificio que tras un cúmulo de problemas fue inaugurado en 1945. El centro sanitario estuvo funcionando dos años y posteriormente el Consistorio lo cedió a las Hijas de la Caridad para que utilizasen parte de sus dependencias como colegio. Durante siete años el edificio albergó ambas funciones sociales, para luego ser destinado a viviendas para miembros de la Guardia Civil, y a partir de los setenta ese solar acoge las actuales instalaciones de la Policía Nacional.

    En la década de los 30 el Ayuntamiento de Fuengirola recibe las primeras solicitudes para construir hoteles en primera línea de playa. El sector de la construcción comenzaba a prepararse para acoger la avalancha de turistas que a partir de los años 60-70 caracterizará a esta ciudad de la Costa del Sol, segunda residencia de multitud de ciudadanos cordobeses. En estos años se construye el barrio de El Boquetillo en la zona alta del término municipal y colindante con Mijas. Fuengirola comienza ya una expansión irrefrenable que le lleva a cambiar la agricultura y la pesca como principal fuente de riqueza por el turismo.

    Siempre han existido barrios con vocación de pueblo, y Los Boliches es sin lugar a dudas uno de estos núcleos de población con señas de identidad propias. Aunque la historia de Los Boliches no puede quedar desvinculada de la de Fuengirola, hay que tener en cuenta que el antiguo «Boliche», como se le conociera antaño, era un núcleo de población perfectamente delimitado y distanciado del municipio matriz al que pertenecía.

    (...)

    COMERCIO

    Además de ese intercambio de productos empieza a jugar un importante papel el comercio, que ha crecido a medida que lo ha hecho la población. Al margen del comercio familiar repartido por todo el casco urbano de Los Boliches hay que destacar la existencia desde 1957 del Mercado Municipal de Los Boliches, bautizado originalmente con el nombre de Mercado de Nuestra Señora del Carmen.

    Fuengirola contaba desde los años 40 con un mercado que cubría las necesidades de su pequeño casco urbano, pero no así Los Boliches.

    En 1956 el Ayuntamiento adquirió dos casas en la antigua avenida del General Mola, hoy avenida de Los Boliches, y sobre sus solares construyó el mercado, sobre un proyecto redactado por el arquitecto municipal Antonio Rubio Torres. El mercado de Los Boliches fue inaugurado el 18 de julio de 1957, y aún hoy sigue prestando servicio a la población de esta barriada.

    FERROCARRIL

    Otro elemento significativo y de alguna forma determinante del desarrollo de la barriada de Los Boliches ha sido la presencia del ferrocarril, cuya línea durante muchos años sirvió de obstáculo artificial a la expansión del núcleo urbano hacia el norte.

    En 1916 se produce la llegada del ferrocarril a Fuengirola. En principio se trataba de una máquina de vapor que arrastraba de dos vagones con asientos de madera.

    El trazado de la vía discurría sobre un terraplén de más de tres metros de altura, en el que sólo había tres pasos inferiores: en el camino de Las Salinas, en la huerta de Los Luces (detrás de la iglesia) y en el camino de Matasanta, que correspondía a la actual avenida de Acapulco.

    El tráfico ferroviario por esta vía sufrió diferentes avatares, y en 1937 se suspende la línea férrea Fuengirola-Málaga, que tras nuevos restablecimientos y suspensiones volverá a instaurarse con carácter definitivo en 1958.

    Desde esa fecha entra en funcionamiento esta línea con unas máquinas automotoras, conocidas popularmente como las «cochinillas». En 1964 son sustituidas por automotoras más modernas y de mayor capacidad, si bien, al igual que los anteriores, se trata de trenes de vía estrecha, que estaban desapareciendo en la mayor parte del territorio nacional. Eso no ocurrió con la línea Málaga-Fuengirola, que dejó de prestar servicio el 21 de diciembre de 1970 para iniciar las obras del nuevo ferrocarril de vía normal.

    En esa transformación juega un papel determinante Jesús Santos Rein, malagueño de nacimiento y fuengiroleño de adopción que ocuparía durante años la Dirección General de Transportes Terrestres.

    Desde ese cargo impulsa la realización del proyecto de convertir el ferrocarril Málaga-Fuengirola en tren eléctrico de vía normal y en una segunda fase prolongarlo hasta Marbella. Terminado el proyecto las obras comenzaron en enero del 71.

    Estas obras van a tener una especial repercusión en Los Boliches dado que la antigua línea férrea es trazada sobre pilares en un tramo de más de dos kilómetros. Desaparece el antiguo apeadero de Los Boliches, que consistía en una simple estructura de hormigón con cinco grandes arcos de medio punto, y la vieja estación es sustituida por unas estructuras elevadas de aire totalmente moderno y funcional.

    Bajo este tramo de vía férrea se ejecuta una nueva avenida con una anchura que oscila entre los 25 y los 40 metros, y dotada de aparcamientos, zonas verdes y amplia calzada con dos carriles de circulación en cada sentido. Esa avenida recibiría el nombre de Jesús Santos Rein, y sería abierta al tráfico el 9 de diciembre de 1973. El propio director general de Transportes Terrestres presidió el acto.

    En julio de 1975 se inaugura la línea eléctrica del ferrocarril Fuengirola-Málaga, que ya cuenta con nuevos apeaderos en Torreblanca y en Carvajal.

    PESCA

    Pero, ante todo, la historia del barrio de Los Boliches es la historia de sus pescadores, porque no en vano la mayoría del pueblo vivió durante décadas de la pesca, e incluso Los Boliches fue exportadora de gran cantidad de mano de obra para las almadrabas tanto de la zona del Estrecho como incluso de algunos puntos del Atlántico y de Africa.

    Desde los años 30 hasta la década de los 60 de Los Boliches emigraban cada año más de 200 pescadores para trabajar en las almadrabas. La mayoría de estos trabajadores se iban desde mediados de marzo hasta finales de julio; aunque algunos también permanecían faenando en las almadrabas hasta octubre. Las que contaron con más mano de obra procedente de Los Boliches fueron las de Tarifa, Barbate y Rota, aunque también hubo muchos hombres de la mar que viajaban hasta Ceuta o Larache para emplearse en las almadrabas que se calaban en aquellos lugares.

    De lo conseguido vivían durante meses bastantes familias de Fuengirola, y los mayores recuerdan con añoranza las despedidas de los hombres de la mar que se aventuraban a desplazarse fuera de sus hogares para conseguir el necesario sustento, en el duro oficio de la pesca mediante este sistema, que hoy prácticamente se encuentra en vías de extinción, al igual que las compras a crédito que las mujeres realizaban en los comercios de Pepe Luna, Navarrete o Pepe Moreno en espera de que llegara el marido para liquidar los gastos generados durante su ausencia.

    Pero al margen de esa singular emigración que cada año protagonizaran muchos hombres de la mar, la actividad pesquera en Los Boliches siempre fue constante.

    Los antecedentes históricos se remontan a siglos, pero los testimonios de los más veteranos pescadores del lugar nos hablan de cómo hasta poco antes de 1936 todas las embarcaciones existentes en Los Boliches eran varadas diariamente en la playa con una pareja de bueyes, o mediante aparejos que usaban sistemas de polea, manejados por los propios marineros. Tras la guerra desaparecieron los bueyes, y ya se puso en funcionamiento el primer torno.

    Los tornos que hasta hoy han perdurado en nuestras playas proliferaron con los años hasta el punto de que en la playa de Los Boliches llegaron a colocarse hasta 25. En el año 37 el único que existía se arrendaba al precio de una peseta, siempre y cuando la pesca hubiera dado resultados, ya que de lo contrario el dueño de la embarcación estaba exento de pagar por su uso.

    El varado de los barcos, todos ellos propulsados a vela y remos, se efectuaba por orden de llegada, por lo que habitualmente eran los barcos tripulados por marineros más jóvenes los que primero llegaban al torno, pues estaban ansiosos por saltar a tierra para cortejar a sus novias.

    En los años 30 y 40 la flota de barcos de pesca de Los Boliches estaba integrada por 40 sardinales (embarcaciones, como se puede deducir, dedicadas casi en exclusiva a la pesca de la sardina); una docena de jábegas y dos marrajeras.

    Los sardinales contaban con una tripulación de cuatro o cinco hombres, mientras que los marineros que se embarcaban en las jábegas podían oscilar entre 12 y 30. En las jábegas se pescaban sobre todo jureles, besugos y caballas, aunque también hay que decir que los sardinales solían dedicarse a la pesca de almejas.

    La pesca de la almeja y la coquina se realizaba mediante un artilugio denominado molinete, con el que se tiraba del rastrillo con la única fuerza motriz de las manos y los pies de los pescadores. La sardina era el pescado que tenía más salida comercial, mientras que el boquerón se despreciaba al no existir demanda en aquella época. El problema en aquellos tiempos no era desde luego la falta de pescado, sino que no había demanda, y se pescaba casi por encargo.

    Andrés Núñez, un veterano pescador bolichero, recuerda cómo un arriero llamado José el Zorro, que tenía dos caballos y que transportaba el pescado hasta El Burgo y Yunquera, ajustaba con su padre el precio de 50 kilos de besugos de un determinado tamaño para una hora determinada; y cómo su padre, también pescador, se hacía a la mar para cumplir con el encargo antes de que anocheciera. El arriero pagaba el precio estipulado e iniciaba al anochecer su camino hacia la sierra para vender al día siguiente su mercancía. Después de la guerra llegaron a trabajar en Los Boliches una veintena de arrieros que llevaban el pescado hacia los pueblos del interior y unos 30 capacheros.

    Los capacheros eran personas que se cargaban a las espaldas hasta 40 kilos de sardinas, jureles o caballas en las playas de Los Boliches para venderlos por cortijos y pueblos cercanos. Cada capachero tenía su ruta prefijada, y su ámbito de actuación abarcaba toda la zona rural de Mijas, Benalmádena..., hasta Coín.

    También existían tres empresas de salazón que exportaban sobre todo las sardinas a provincias del interior, aunque también vendían pescado a media docena de fábricas conserveras de Málaga.

    Las almejas que no se comercializaban para consumo local eran exportadas también para Madrid y para provincias del interior de Andalucía.

    Una de las artes que presentaba mayor dificultad era la marrajera, ya que había que llevar las embarcaciones a remo o a vela hasta 30 millas mar adentro para calar los palangres. En ocasiones esta navegación suponía un día y una noche sin dejar de remar.

    La llegada del primer motor para un barco de Los Boliches se produjo en 1949, y la primera traíña botada se llamó «María Esperanza» y se hizo a la mar en 1959.

    La llegada de los motores acabó poco a poco con las jábegas y los sardinales, que fueron desapareciendo, al tiempo que se construían nuevas traíñas. La única embarcación que se mantuvo durante algunos años fue el bolichito, pequeño barco para cuatro pescadores dedicado sobre todo a la pesca del chanquete. Luego vino el turismo y con él la construcción, y muchos de los pescadores abandonaron el duro trabajo de la mar para buscar la seguridad de la obra y la hostelería.

    FIESTAS

    La fiesta por antonomasia en Los Boliches era y sigue siendo la de la Virgen del Carmen. El fervor que el pueblo bolichero siente por esta advocación queda patente cada año en la multitudinaria procesión en la que la imagen de la Virgen a hombros de los marineros es introducida en el mar.

    La tradición es ancestral, como lo es la vinculación que marineros y pescadores tienen con esta imagen.

    La feria se celebraba antaño con regatas de jábegas, y en carnavales las letrillas recordaban las incidencias de estas competiciones, dedicando comentarios jocosos tanto a los ganadores como a los perdedores de cada edición.

    El concurso de la cucaña era también tradicional y se colocaba un gallo atado al extremo de un palo al que los mozos intentaban llegar. También lo era la instalación de puestos de turrón en la carretera, y la colocación de una pequeña noria movida por la fuerza de un fornido feriante, al que se conocía como Nicolás el Chillón. El estruendo actual de decibelios era sustituido entonces por los toques de bombo y platillo del dueño de la noria, que a voz en grito preguntaba a sus clientes si querían dar más vueltas.

    El día de la Virgen del Carmen Los Boliches vivía su fiesta mayor y en la que los pescadores aprovechaban para reparar y engalanar sus barcos, porque esa fecha era tradicionalmente la única del año en la que ninguna embarcación salía a faenar.

    Fuente: Fuengirola, en el siglo pasado. Historia de Málaga. Diario Sur..

Catalogación

Información bibliográfica

Datos geográficos

Bing Ver en Bing Mapas
ETRS 89 UTM Zona 30N 36.537178, -4.624086
SRC WGS 84 36°32'13.8"N 4°37'26.7"W