Edificio Canaima

Periodo

1951–1975

Relación con la carretera

Visible desde la carretera

Estado actual

Rehabilitado

Estado de conservación

Bueno

Accesibilidad

• Dificultad de acceso: Bajo
• Visita: Privado

Descripción

En parecidas circunstancias se encuentran otros dos edificios, que tratan de salvar su indudable problemática económica dentro el superexplotado núcleo urbano de Benalmádena Costa. Ambos fueron proyectados en septiembre del año 1973, y tras una serie de circunstancias llegaron a terminarse. Su internacionalismo queda patentizado en el hecho de que tanto su arquitecto, Fernando Parcha Ezcurra, como los promotores, proceden de fuera de la región e incluso del país, teniendo evidentemente esta circunstancia una influencia bastante directa en la forma de los conjuntos.

Fernando Parcha Ezcurra, como su nombre así lo indica, es de ascendencia vasca, viviendo exiliado durante bastantes años en diferentes países europeos, donde se formó en las tendencias funcionalistas imperantes. Pero por las obras aquí realizadas no cabe duda de que sobre todo se interesó por las últimas preocupaciones vitalistas reinantes entonces en países tan avanzados como pueden ser Francia o Alemania. Posteriormente y cuando el boom turístico malagueño, fijó su residencia en la Costa del Sol, para posteriormente con la crisis optar por la búsqueda de horizontes más nítidos.

Cronológicamente, el primero proyectado es el denominado Canaima, consistente en un edificio de apartamentos en régimen extra hotelero, construido en un solar situado entre la CN/340 y el mar Mediterráneo, a la altura del K. 223,300 en la zona de Benalmádena.

En el inicio del desarrollo del proyecto, según cuenta el propio arquitecto, se pretendía una excesiva explotación del terreno por los promotores. Para contrarrestar este efecto se buscó una suavización, basada en la estética que queda definida en una estructura que tiende hacia el volumen piramidal, una de las más apreciadas por este arquitecto por su evidente vitalismo y simbología, ya que surge de la propia tierra, como una prolongación de ella misma.

Como en tantas ocasiones la forma y la orientación vienen obligadas por la superficie del solar dado, al tener una anchura regular de 40 m., y una profundidad media de 100., con un área total de 4.037 m2. De esta forma orientando los lados menores al norte y sur se consigue un predominio de las visiones hacia el mar y los mejores soleamientos.

El desnivel del terreno es utilizado idóneamente para la diferenciación de los espacios púbicos o sociales y los privados, aunque la clara intención de búsqueda de un pleno rendimiento impide que la división sea tan clara, como en un principio parecía suponer tal circunstancia. Sirve de unión entre ambas la planta baja, que es la noble y diáfana en su mayor parte. Se accede a ella por la vertiente occidental a través del puente peatonal, incluyendo en su interior un el vestíbulo de entrada general al edificio con un rincón de la sala de espera, la zona de recepción, la central de teléfonos, una amplia cubierta y una pequeña cafetería al aire libre. Cobijada a voluntad con un cerramiento parcial de biombos móviles de altura limitada.

Desde esta planta partes los núcleos de comunicación vertical, que son internos con el fin de aprovechar al máximo las fachadas, y se resuelven a base de una escalera principal, una escalera auxiliar para la relación con las plantas bajo nivel de acceso, otra escalera de servicio también bajo nivel, dos ascensores y un montacargas con máquina inferior, que cubre la zona de servicio entre la entrada de carga en la zona primera y la del recinto colector de basuras en el nivel más bajo del edificio. Se completa esta zona social con una piscina para los usuarios, con los servicios higiénicos apropiados.

El volumen exterior queda revalorizado por los fuertes valores escultóricos y plásticos predominantes, con una disposición jerárquica de las fachadas, donde se traduce la especialización de lo espacios interiores y la división de las estructuras bajo y sobre el nivel del suelo, el cual está señalado por la planta diáfana. Este tratamiento diferenciado de las fachadas se supedita no obstante a la conjunción de todas ellas por medio de las terrazas de blanco colorido y texturas adecuadas a las tradiciones estilísticas de andaluzas, así como al clima de la región.

Fuente: Morales Folguera, José Miguel, La Arquitectura del Ocio en la Costa del Sol, Universidad de Málaga, 1982, pp. 102-104..